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Malinalco (1540). Fachada y torre campanario



La planta baja del edificio conventual y la iglesia fueron construidos al mismo tiempo, se concluyeron en 1560; el claustro alto, según la tradición fue añadido alrededor de 1580. Para 1568 se esperaba ya la instalación de los recuadros, trabajo que se dice fue realizado por el pintor indígena Simón Pereyns. La fachada de la iglesia es de influjo renacentista; aunque se diferencia de sus hermanas de la zona desértica pues la cantera fue ocultada (tiempo después de su inicial construcción) por recubrimientos y aplanados de yesería; sinembargo los motivos, temas y formas son muy parecidos entre todos los conjuntos conventuales. Sobresalen las cabezas de ángeles rosetones y conchas adosados como remates de las columnas del primer cuerpo. Este conjunto de Malinalco se emparienta claramente con sus hermanos del norte por sus murales monocromáticos que decoran todo el templo y el convento. Pero en su fachada es más claramente de aspecto primitivo como el de Atlatlauhcan o Tlayacapan.

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Tlayacapan (1554). Fachada, portal del convento a la izquierda y contramuralla a la derecha.

Aquí podemos ver la fachada del templo de Tlayacapan, muy sobrio, como todos los del sur pero impresionante por sus dimensiones. Semioculto, se ve a su izquierda la arquería del portal del convento. El conjunto tiene dos elementos arquitectónicos muy originales, que lo hacen diferente: Uno, la capilla abierta queda incluida en el conjunto de la arquería del portal; Dos, el conjunto conventual queda a la izquierda del que mira, mientras que todos los otros que he comentado arriba se encuentran a la derecha. Otro elemento original son los contrafuertes de la iglesia: son tan anchos como una contramuralla perpendicular al muro que sostiene. En esta foto se puede ver buena parte de el primero, a la derecha.

Acolman (1539). Fachada del templo, capilla abierta y portal del convento

Sin lugar a dudas el convento de Acolma es la más importante obra representativa del arte plateresco en América. Excesivo y sobrio a la vez es este convento, uno de los monasterios agustinos más rico y mejor conservado que existe en nuestro país. Su fachada plateresca casi raya en el exceso barroco. Es uno de los conjuntos más llamativos del estado de México por su tamaño y diseño arquitectónico. Fue construido por los frailes agustinos entre 1539 y 1560 siguiendo el estilo de fortaleza tan característico del siglo XVI. Su fachada, al fondo de un gran atrio cuadrangular, se compone de la portada del templo rematada por una modesta espadaña, comparada con la de siete arcos de Metztitlán, y una capilla abierta anexa y la portería del convento. La portada constituye uno de los ejemplos más admirables de la arquitectura plateresca de la época, por la belleza tanto de sus columnas y de los detalles decorativos en el friso y en el arco de la puerta, como de las esculturas que r

Metztitlán (1577). Primer cuerpo, ventana del coro y espadaña

La perfecta armonía entre el plateresco y el renacimiento se concretizan en esta fachada. Sobriedad renacentista, representada en el primer cuerpo de la fachada (que reproduce el esquema de una puerta romana) y grácil pasamanería del decorado de las jambas. La grandeza y sobriedad de la construcción no hay que exaltarla, por sí misma se destaca. Un guiño del renacimiento al plateresco representa ese listón anudado al centro de las cuatro sobrias columnas renacentistas, que enmarcan los nichos de San Pedro y San Pablo. La influencia de Acolman en esta fachada es evidente, pero como creación artística original, anda por su propio camino: lo que es exceso plateresco en el convento del Estado de México, aquí es equilibrio y contención. Pero el niño Dios y los ángeles músicos que le custodian tienen un claro antecedente en Acolman. No hay dudas que los constructores de uno y otro son los mismos, sin embargo, el trabajo en el Estado de México es una asimilación de la técnica europea (el ant