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Metztitlán (1577). Primer cuerpo, ventana del coro y espadaña

La perfecta armonía entre el plateresco y el renacimiento se concretizan en esta fachada. Sobriedad renacentista, representada en el primer cuerpo de la fachada (que reproduce el esquema de una puerta romana) y grácil pasamanería del decorado de las jambas. La grandeza y sobriedad de la construcción no hay que exaltarla, por sí misma se destaca. Un guiño del renacimiento al plateresco representa ese listón anudado al centro de las cuatro sobrias columnas renacentistas, que enmarcan los nichos de San Pedro y San Pablo. La influencia de Acolman en esta fachada es evidente, pero como creación artística original, anda por su propio camino: lo que es exceso plateresco en el convento del Estado de México, aquí es equilibrio y contención. Pero el niño Dios y los ángeles músicos que le custodian tienen un claro antecedente en Acolman. No hay dudas que los constructores de uno y otro son los mismos, sin embargo, el trabajo en el Estado de México es una asimilación de la técnica europea (el ant