Ocuituco fue la primera fundación agustina en el Nuevo Mundo, la segunda fue Totolapan. Aquí vemos la parte central de la fachada del que fue segundo destino de evangelización agustina; el edificio tiene algunos elementos en común con todos los que se encuentran al sur de la ciudad de México (Yecapixtla, Malinalco, Tlayacapan, etc.) Pero algunas cosas han quedado modificadas porque este conjunto conventual ha tenido muchas reconstrucciones. Su fachada es de un sólo cuerpo, rematado por un rosetón, como el de Yecapixtla, Molango o Atotonilco de Tula. Como el conjunto de Tlayacapan, y muchos otros, este primer cuerpo se prolonga con un rectángulo que simula un entresuelo (al centro del mismo se encuentra una figura petrea). Rematan a las dos columnas sendos pináculos coronados por esferas. Lo distingue del resto de los conventos agustinos de la zona el hecho de que su fachada ha sido toda cubierta de aplanado, lo cual le de un aspecto parecido al de las fachadas de estuco, muy usadas durante el siglo XVIII; no obstante, como todos los de la región, la humedad, el musgo y el liquen han enegresido ciertos lugares, y esto se puede ver a simple vista. Con un poco de imaginación, podemos ver en nuestras mentes este muro, ahora pintado y repellado, en sus piedras vivas --como vemos en las fotos de los otros conventos--, blanco grisaseo y en ciertos lugares enegrecido por la lluvia y el tiempo, y entonces las semejanzas se harán más patentes (en la actualidad este convento está en poder de los franciscanos).
Ocuituco fue la primera fundación agustina en el Nuevo Mundo, la segunda fue Totolapan. Aquí vemos la parte central de la fachada del que fue segundo destino de evangelización agustina; el edificio tiene algunos elementos en común con todos los que se encuentran al sur de la ciudad de México (Yecapixtla, Malinalco, Tlayacapan, etc.) Pero algunas cosas han quedado modificadas porque este conjunto conventual ha tenido muchas reconstrucciones. Su fachada es de un sólo cuerpo, rematado por un rosetón, como el de Yecapixtla, Molango o Atotonilco de Tula. Como el conjunto de Tlayacapan, y muchos otros, este primer cuerpo se prolonga con un rectángulo que simula un entresuelo (al centro del mismo se encuentra una figura petrea). Rematan a las dos columnas sendos pináculos coronados por esferas. Lo distingue del resto de los conventos agustinos de la zona el hecho de que su fachada ha sido toda cubierta de aplanado, lo cual le de un aspecto parecido al de las fachadas de estuco, muy usadas durante el siglo XVIII; no obstante, como todos los de la región, la humedad, el musgo y el liquen han enegresido ciertos lugares, y esto se puede ver a simple vista. Con un poco de imaginación, podemos ver en nuestras mentes este muro, ahora pintado y repellado, en sus piedras vivas --como vemos en las fotos de los otros conventos--, blanco grisaseo y en ciertos lugares enegrecido por la lluvia y el tiempo, y entonces las semejanzas se harán más patentes (en la actualidad este convento está en poder de los franciscanos).
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