La sobriedad de la fachada de la iglesia de San Andrés en Epazoyucan, Hidalgo, t
iene varios puntos en común con la de Zempoala y otras de la región: sobriedad e influencia renacentista. No obstante, tiene algunos puntos en contacto con las fachadas al sur de la ciudad de México, en tierra caliente, particular es su eclecticismo estético y muy destacadamente el triángulo equilátero que culmina la decoración del primer y único cuerpo de la fachada. En muchos de los templos sureños encontramos este triángulo que remarca el sentido de grandeza y monumentalidad; además, permite prolongar el primer cuerpo de la fachada y excusa construir un segundo cuerpo. La puerta del templo de Epazoyucan está enmarcada por un arco de medio punto de fina manofactura; custodian a este arco dos pares de columnas adosadas al muro sin un estilo definido pero con clara reminicencias del orden toscano y estriadas de forma oblicua que recuerdan las columnas salomónicas. Estas 4 columnas simulan sostener la cornisa que está compuesta de dos secciones, equivalentes al arquitrabe y al friso, ambos espacios rectangulares se ecuentran excentos de decoración y quizá se pensó en algún momento decorarlos con grutescos u otros elementos florales que nunca llegaron a colocarse. Obsérvese cómo los frisos de Tlayacapan, Yecapixtla, Ixmiquilpan, Actopan y Acolman, por sólo mencionar estos, se encuentran decorados con temas florales y grutescos; no así el de Totolapan. A la izquierda de la fachada se adosó la torre del campanario, y aunque es evidente que no formaba parte del programa original de la construcción, logra integrarse con armonía; otro tanto podemos decir de la capilla abierta que se encuentra al frente de la torre.
Sin lugar a dudas el convento de Acolma es la más importante obra representativa del arte plateresco en América. Excesivo y sobrio a la vez es este convento, uno de los monasterios agustinos más rico y mejor conservado que existe en nuestro país. Su fachada plateresca casi raya en el exceso barroco. Es uno de los conjuntos más llamativos del estado de México por su tamaño y diseño arquitectónico. Fue construido por los frailes agustinos entre 1539 y 1560 siguiendo el estilo de fortaleza tan característico del siglo XVI. Su fachada, al fondo de un gran atrio cuadrangular, se compone de la portada del templo rematada por una modesta espadaña, comparada con la de siete arcos de Metztitlán, y una capilla abierta anexa y la portería del convento. La portada constituye uno de los ejemplos más admirables de la arquitectura plateresca de la época, por la belleza tanto de sus columnas y de los detalles decorativos en el friso y en el arco de la puerta, como de las esculturas que r...
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